Con el invierno a la vuelta de la esquina, muchos son los afortunados que empiezan a habilitar sus viviendas de montaña.

Acostumbrados a ver en dichos refugios un exceso de madera en acabado natural, la chimenea, los cuernos de venado sobre ésta y la alfombra para dar el toque más cálido si cabe, hoy os quiero mostrar (sin desviarnos mucho de los tópicos descritos) una casa algo singular.

Lo que aparentemente muestra el exterior de esta esta vivienda enclavada en los Alpes franceses, como típica casa de montaña (por cierto, en sí maravillosa), nada tiene que ver (ni envidiar) con el resultado de la decoración interior.

Y es que cuando lo que ves es más nieve que otra cosa, el interior acaba siendo casi o más importante que el propio exterior.

El proyecto de esta coqueta cabaña, situada cerca de Megève, se realizó por el interiorista belga Lionel Jadot en el período de dos años de duración, respetando la estructura datada de 1870.

El resultado es un espacio diáfano de techos altos a dos aguas, lleno de personalidad con piezas de todos los rincones del mundo, envuelto por grandes ventanales que permiten disfrutar del entorno montañoso del Mont Blanc.

La indiscutible mezcla de estilos (piezas vintage, tejidos, lamparas y láminas orientales, mimbre, piedra, o mosaico) junto con los colores brillantes y la madera por los cuatro costados, forman la adición perfecta para hacer sentir un ambiente cálido y acogedor.